El pasado 5 de noviembre de 2015 regresé al Palacio del Infante Don Luis, abandonado durante muchos años. Tuve la grata sorpresa de encontrarlo no sólo restaurado sino enriquecido con unos encantadores jardines, abiertos al público recientemente, que no había tenido la oportunidad de visitar.
Me gusta llevar siempre conmigo mi cámara fotográfica y aquella tarde me alegré especialmente de ello, porque nos sorprendió un espléndido atardecer, de esos que permanecen grabados en tu memoria durante mucho tiempo.
Una tarde agradable se convirtió inesperadamente en un momento mágico que transformó unas fotos habituales y mil veces repetidas, en un cuadro de colores único y difícilmente repetible.
Madrid está orgullosa de su cielo y Boadilla debe estar orgullosa de sus atardeceres. Seguro que tendremos oportunidad de añadir muchas puestas de sol desde este y otros lugares fantásticos de Madrid, pero me ha parecido un buen ejemplo para iniciar nuestra andadura en este blog.
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