Después de haber estado en Auschwitz debo y quiero proclamar a los cuatro vientos que esta visita no sólo es recomendable sino que debería ser obligatoria para todos, sin importar ni la raza, ni la religión, ni la nacionalidad. En mi opinión aún no se ha empezado a explicar lo que de verdad significa Auschwitz y lo que nos afecta, a todos y cada uno de nosotros, lo que allí ocurrió.
Debo reconocer que yo dudaba y, pensaba, como tantos otros, que era mejor no ir a un sitio tan desagradable y tan triste porque puede herir nuestra sensibilidad y estropear nuestras vacaciones. ¡Hubiese sido un gran error por mi parte!
Entrada al campo principal Auschwitz I, con el cartel "El trabajo os hará libres" |
El increíble acierto de este museo es el tremendo respeto que se desprende de cada panel informativo, de cada fotografía meticulosamente seleccionada, de cada documento, de cada objeto expuesto.
Porque en estos dos campos de concentración, Auschwitz y Birkenau, que en la actualidad son un museo, no se muestra ni una sola imagen de un cadáver. En Auschwitz se descubre la vida, el día a día de los que tuvieron la desgracia de pasar por allí, sus caras, sus trabajos, sus ropas, sus zapatos y también su sufrimiento. Ni siquiera se han reconstruido las cámaras de gas, salvo una pequeña, meramente testimonial, para comprender lo que ocurrió. En Birkenau no queda en pie ni un crematorio y tan solo se han reconstruido unos pocos barracones.
Se consigue que el visitante conozca a las personas, no sólo las cifras abrumadoras de centenares de miles, de millones de hombres y mujeres.
Un dato se olvida, una mirada en cambio, se queda grabada en tu interior y explica, a quien quiera escuchar, la verdad de lo que ella vio y vivió.
Un dato se olvida, una mirada en cambio, se queda grabada en tu interior y explica, a quien quiera escuchar, la verdad de lo que ella vio y vivió.
Puerta de Auschwitz II - Birkenau, conocida como "La puerta de la muerte".
El campo se construyó en 1941 como campo de exterminio para llevar a cabo la "solución final". En él los trenes llegaban directamente a las cámaras de gas.
|
Y ese es el poder de este museo, aquí se experimenta una sensación tan real y tan terrible a la vez que impacta y sobrecoge a todos sin excepción; porque el sentimiento de Auschwitz y de Birkenau se conserva intacto en cada rincón, se respira en el aire y se impregna en nuestra piel haciéndonos comprender aunque sea mínimamente, lo que sucedió tras sus alambradas electrificadas.
En Auschwitz no se pueden ver cadáveres esqueléticos, ni cuerpos quemados, todo lo contrario. En mi visita he conocido a hombres, mujeres y niños vivos, con el dolor reflejado en sus rostros, he visto sus cuerpos desnutridos y famélicos, espectros andantes intentando mantener la dignidad. He puesto cara y nombre a jóvenes llenos de vida, que con toda seguridad tenían las mismas ilusiones que podríamos haber tenido nosotros si nos hubiese tocado vivir en aquella misma época.
Sólo se ha conservado un vagón igual a los utilizados por los nazis para el transporte de los judíos. En la misma plataforma de descarga se hacía la selección y los elegidos iban directamente a las cámaras de gas. |
Automáticamente intentamos apartar de nuestra mente esa empatía que pudiera acercarte a ese joven que te mira fijamente, o a esa mujer que transmite su miedo por sus hijos, o a ese anciano que desea sonreír en una mueca desdibujada y ninguno de nosotros, ¡turistas superficiales y ocasionalmente humanos!, podemos evitar convertirnos por un instante en esa persona que podrías haber sido tú setenta años atrás.
Al ser liberado el campo se encontraron toneladas de zapatos de los deportados al campo, pendientes de su envío a Alemania para su reutilización
|
Hasta 1943 la mayor parte de los prisioneros fueron fotografiados, meticulosamente registrados y marcados con números identificativos
No he encontrado entre los centenares de fotos que allí se pueden ver ni una sola mirada de odio. Tan sólo he encontrado resignación.
Por eso ahora, transcurridos más de 70 años del final de la guerra más espantosa que haya vivido nunca Europa, debemos utilizar el ejemplo de todos los hombres y mujeres que sufrieron de un modo tan inexplicable en aquel lugar, para alejarnos de esa resignación que inconscientemente nos domina mucho más de lo que queremos reconocer , disfrazada de modernidad.
Nos resignamos a aceptar lo que ocurrió y nos conformamos con lamentarlo y condenarlo, cuando lo que debería provocar en todos nosotros, es precisamente todo lo contrario.
Reconstrucción del horno crematorio, destinado a incinerar los cadáveres |
Nuestra sociedad nos cuida, supuestamente. Nos permite alejarnos de lo que no nos gusta, de lo que nos ofende y de lo que es desagradable. Pero este terrible error nos está convirtiendo en seres insensibles y sobre todo, lo que es mucho peor, en personas incapaces de enfrentarnos a la realidad de nuestro mundo.
La historia nos sirve para aprender a no repetir los mismos errores y sin embargo estamos ocultando el pasado y tiñendo de colores pastel los horrores de la humanidad.
Hoy en día los hombres somos igual de déspotas, tiranos y asesinos que en la Segunda Guerra Mundial, aunque a veces se disimule un poco mejor. Estamos convencidos de que el exterminio de Auschwitz no se ha repetido en occidente, al menos al mismo nivel, pero olvidamos el terror y la barbarie que se sigue produciendo en nuestra avanzada sociedad del siglo XXI.
¿Quién nos dice que no se están construyendo nuevos campos de concentración ahora mismo, en este mismo momento? Tal vez con otro nombre, pintados con otros colores, construidos con otros materiales, en otros lugares del planeta, pero quizás, también, más cerca de nosotros de lo que siquiera podemos imaginar.
Placa conmemorativa escrita en sefardí o judeoespañol.
Se calcula que unos 1.200 españoles pudieron morir en este campo y un número indeterminado de judíos sefardíes.
Por eso hay que empezar corrigiendo el primero de los eslabones que inician la gran cadena de errores de la humanidad, y fundamentalmente de nuestros tiempos, que es el de alejarse de la realidad de nuestro pasado. Por eso es fundamental conocer, visitar y caminar por las calles de Auschwitz y de Birkenau que siguen en pie para dar testimonio de lo que nuestra naturaleza humana es capaz de hacer.
No podemos resignarnos a ver cómo se repite un capítulo de nuestra historia tan terrible como éste.
No podemos resignarnos a ver cómo se repite un capítulo de nuestra historia tan terrible como éste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario