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sábado, 14 de julio de 2018
martes, 10 de julio de 2018
Parque Nacional de los Lagos de Plitvice, Croacia (1ª Parte)
El Parque Nacional de los lagos de Plitvice, en el norte de Croacia, es un lugar único por la sucesión de lagos y cascadas, por su exuberante naturaleza y por el sorprendente color que poseen sus aguas, que pasan del azul turquesa al verde esmeralda o al cian más deslumbrante con tan sólo caminar unos metros.
El pequeño lago Burgeti
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Se trata de una fantástica conjunción de agua y vegetación, de algas y plantas que proporcionan un color increíble a los lagos, que combinado con la peculiar orografía de la zona han formado multitud de pequeños saltos de agua y cascadas, que acompañan al visitante durante horas, en un pequeño paraíso que parece no tener fin.
Nosotros visitamos este precioso lugar hace ya unos años, en pleno mes de agosto, pero es tal la frondosidad de su vegetación y el caudal de sus cascadas que pudimos disfrutar del parque nacional en todo su esplendor.
Es muy importante tener en cuenta que la luz modifica totalmente el tono de los lagos, por lo que incluso si se visita el mismo lugar a diferentes horas el mismo día, el color de sus aguas puede ser muy diferente.
Aunque pueda parecer que las fotos que se incluyen en ese artículo han sido retocadas, son totalmente fieles a los colores originales y no han sido saturadas ni alteradas.
Vista desde la senda que rodea el lago Gradinsko
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Mi recomendación para quien quiera ir a Plitvice es dedicar a esta visita al menos un día completo para poder realizar un recorrido mínimo de seis horas.
En nuestro caso hicimos noche en uno de los hoteles situados en el centro del parque, junto a la entrada número 2, el hotel Jezero, muy básico y sencillo pero que es un punto de partida perfecto puesto que se halla a escasos metros de la entrada al parque.
A continuación intentaré hacer un pequeño resumen de nuestra ruta por los lagos de Plitvice.
Primer día: Tras aterrizar a media mañana en Dubrovnik, alquilamos un coche y pusimos rumbo directamente a Plitvice. El camino es largo y en verano las carreteras de Croacia están muy saturadas. Llegamos al parque cuando quedaba sólo una hora para que cerraran. En las taquillas incluso nos aconsejaron no entrar, pero preferimos entrar y aprovechar todo lo posible. Fue una decisión totalmente acertada.
A esa hora no había casi nadie, tuvimos el parque para nosotros solos durante una hora. Nos parecía que habíamos llegado a un auténtico paraíso.
Lago Gradinsko
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Hicimos casi toda la ruta marcada como Programa E, que corresponde a los lagos superiores. Pero sin llegar a terminar el recorrido circular ya que teníamos miedo de perder el último barco de regreso, a cambio pudimos disfrutar de la fantástica luz del atardecer.
Hay que entrar por la Puerta 2 junto al lago Kozjak . y cruzar al otro lado del lago con el barco eléctrico. Es un tramo muy corto que te deja justo al inicio de la ruta con las mejores vistas de los lagos superiores.
Lo primero que se ve al bajar del barco es esto...
A continuación, siguiendo las sendas señalizadas, casi todas ellas acondicionadas como pasarelas de madera, nos encontramos nuestro primer lago...
Lago Burgeti
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Nos llamaba poderosamente la atención la increíble transparencia del agua que permitía ver el fondo del lago perfectamente.
A pesar del calor del mes de agosto, la temperatura era fresca por el agua y por la frondosidad de la vegetación.
En croata "Jezero" significa lago. Aún había bastante luz cuando llegamos al "Gradinsko Jezero".
Pocos comentarios son necesarios para explicar cómo disfrutamos del paseo rodeando este lago. Sólo se oían los pájaros y apenas nos cruzamos con un par de personas.
Sin embargo aún nos esperaban algunos de los mayores atractivos de estos lagos superiores...
Al final del lago Gradinsko se distinguía una preciosa cascada.
Esta cascada es una de las más originales por su forma redondeada y sus chorros cayendo entre el musgo. A su alrededor multitud de pequeños estanques reflejan el entorno, convirtiendo este lugar en un rincón muy sugerente.
La cascada continúa por toda la pared rocosa. Probablemente en primavera los saltos de agua lleven más caudal, pero sigue siendo muy bonito.
En este punto dimos la vuelta y regresamos para no perder el último barco. En el camino de vuelta aún pudimos descubrir lugares preciosos...
Pudimos ver a lo lejos nuestro hotel, al otro lado del lago, sumergido en medio del bosque
Y todo esto en tan sólo una hora. Había sido un gran comienzo.
Al día siguiente nos esperaba la zona más conocida y concurrida del parque.
domingo, 12 de marzo de 2017
Guzmán el Bueno. Un relato sobre ética extrema
Dicen las crónicas que aquel hombre era el más noble y
virtuoso de los caballeros, fiel vasallo de su señor, perfecto esposo y padre
de familia. Mas si alguna virtud era en él destacable ésta era sin duda su
valor. Muchas eran las hazañas que de él se narraban, y en todas ellas siempre
sobresalía su valentía, su tenacidad y su entrega por la causa de su señor, el
rey de Castilla y de León.
No existía enemigo capaz de enfrentarse a él, pues su destreza
militar junto a su estrategia en el campo de batalla, sumadas al fervor que por
él sentían sus soldados, le hacían invencible.
Y como tal le calificaban. Era el gran comandante, el
jefe bajo el cual cualquier ejército se encaminaría sin dudar a la batalla más
dura, porque en él todo el ejército cristiano había depositado su total y más
absoluta confianza.
Ajeno a todo ello, nuestro caballero cristiano se
mantenía alejado de orgullos y soberbias, haciendo gala tan sólo de una gran humildad,
convencido como estaba de que su único secreto era contar con un arma infalible,
su fe en Dios; un Dios protector que le había concedido el don de la fortuna y
ante el que se postraba antes de entrar en batalla para ofrecerle su vida y la
de los suyos, pues su único deseo era poder seguir defendiendo la verdadera fe
frente a los agarenos.
Habían pasado ya tantos años de esfuerzo y de sacrificio,
habían sido tantas las victorias y había arriesgado su vida en tantas batallas,
que pensaba que pronto llegaría el momento en que Dios estaría ya lo
suficientemente satisfecho con él como para permitirle retirarse a disfrutar de
su familia. Su esposa y sus hijos pequeños le esperaban… Desgraciadamente no podía
estar más equivocado.
En ocasiones sucede que el destino, o tal vez un Dios
demasiado exigente, se fija cruelmente en aquellos que tan bien le sirven y les
somete a pruebas extremas ante las que cualquier otro sucumbiría al instante. Así
fue como se vio sumido en la batalla más difícil de su vida…
El enemigo siempre está al acecho, es listo y paciente. En
su desesperación forja su propia armadura y para ello emplea un metal
indestructible: la maldad, y hace uso de las peores armas, esas que se suponen
prohibidas por indignas y que no son otras que la ruindad y la traición.
Si la victoria no se puede obtener en el campo de batalla,
el enemigo deberá hallar la forma de vencer de otro modo a su contrincante. Mas
si un guerrero no teme a la muerte, ¿de qué otra forma podrá ser vencido? ¿de
qué podrá tener miedo aquél que ni siquiera teme a la muerte?
*****
Imagino a aquel hombre íntegro y valeroso, hundido por la
angustia y el dolor en su aposento del castillo de Tarifa.
El sufrimiento de un corazón desgarrado tras recibir el
mensaje del jefe del ejército sarraceno, comunicándole que debía entregar la
plaza de Tarifa si quería volver a ver con vida a su hijo, cautivo en el
campamento musulmán que asediaba la ciudad. Si en el plazo estipulado no rendía
el castillo, a sus puertas encontraría la cabeza de su hijo ensartada en una
lanza.
Jamás se había enfrentado a una situación parecida. Su
mundo entero se derrumbó en un siniestro cataclismo que le sumió en la más absoluta
oscuridad. Y sintió miedo. Por primera vez en su vida se sintió solo e
indefenso, débil e incapaz de enfrentarse a tamaño reto. Aquella amenaza había
roto todas las reglas del juego.
¿Dónde estaban las normas de la caballería y de la
guerra? ¿Cómo podía ponerse en una misma balanza el amor por la patria frente
al amor por un hijo? ¿Qué daño había hecho su hijo Pedro Alfonso que contaba
con tan solo 10 años de edad?
Si permitía que asesinaran a su hijo ¿cómo podría volver
a mirar a su esposa? Perdería mucho más que a su hijo, perdería a su familia, y
se perdería a sí mismo.
Todo aquello por lo que había luchado durante su vida, era
su familia, pues si estaban en guerra contra los invasores era para regresar a
su hogar y poder vivir en paz con su familia. ¿Qué familia tendría él si
consentía que su hijo muriese por su culpa?
¿Cómo podría vivir con esa culpa y remordimiento?
¿Y si aceptaba el chantaje y aceptaba la rendición?
Entonces dejaría abierta la puerta para que se usara ese arma innoble y
traidora en cualquier otra ocasión. Su acción sería considerada como la más vil
y cobarde de las acciones, la batalla se perdería, la campaña entera se
perdería y tal vez también la guerra entera. Una guerra en la que él al fin y al cabo, no era más que una pequeña
pieza de ajedrez, tan solo un peón, que a finales del siglo XIII, daba continuidad
a una partida que había empezado hacía más de quinientos años.
La responsabilidad que recaía sobre él iba mucho más allá
de una simple decisión personal, su trascendencia repercutiría sin lugar a
dudas en toda la reconquista.
Aquella plaza era mucho más que un castillo, era la llave
del estrecho de Gibraltar. Quien controlara Tarifa controlaría el paso desde África
y por ende, la llegada de refuerzos para apoyar a los sarracenos.
Sólo le quedaba una salida y ésta no era otra que su fe. Su
Señor siempre le había apoyado y le había protegido. Al fin y al cabo él, don Alonso
Pérez de Guzmán no era más que un siervo de Dios y por Él y por la santa
iglesia luchaba en nombre del gran monarca cristiano Sancho, llamado el Bravo.
La Biblia narraba situaciones semejantes a la suya, y
entonces Dios siempre se había apiadado de sus fieles servidores. Job fue
puesto a prueba y había sido finalmente compensado. Pero sobre todo Abraham. Don
Alonso sólo quería pensar en Abraham, en ese ángel que el Señor había enviado
en el último instante para que sujetara su mano, cuando ya el cuchillo se
clavaba en la garganta de su hijo Isaac.
Los caminos de Dios son inescrutables y él estaba siendo
sometido a una siniestra prueba de valor. Y tomó la decisión más dura de su vida:
“Jamás rendiré la plaza de Tarifa -respondió a los
musulmanes- ¡Tomad mi daga! con ella podréis cumplir vuestra amenaza.”- Y en un
último y terrible desafío, lanzó desde el adarve su propio puñal.
Estoy segura de que Guzmán el Bueno confió hasta el
último segundo en que el buen Dios hiciera el milagro de salvar a su hijo. El
Señor cuenta con múltiples servidores; podía enviar a Santiago montado en su
caballo blanco, a San Millán, a San Jorge, o a cualquier ángel. El poder de
Dios todo lo consigue.
La historia nos confirma que lamentablemente no fue así.
Guzmán el Bueno no rindió la plaza y su hijo pequeño fue
decapitado.
Hoy, escribiendo este pequeño relato, imaginando aunque
sea mínimamente aquellos terribles momentos, tiemblo sólo al pensar en el increíble
dolor que aquel hombre debió sentir cuando abrió los ojos y contempló que el
milagro no se había producido, que la cabeza de su hijo ondeaba cual siniestro
estandarte en la lanza del soldado musulmán que se paseaba orgulloso ante las murallas
del castillo.
Aquel día había muerto un niño inocente. Sobre la tierra
pisoteada a los pies de la muralla de la fortaleza de Tarifa, en medio de un
charco de sangre, yacía el cuerpo degollado de un niño inocente.
En lo alto de la muralla, Alonso Pérez de Guzmán clavaba
las manos sobre las frías piedras de las almenas para que nadie notara el
temblor de su cuerpo ante su total desesperación. Las fuerzas le habían
abandonado pero su cuerpo se sostenía erguido cual férrea armadura, sin que el
comandante en jefe del ejército cristiano fuera en verdad dueño de sí mismo.
Ante su gente y ante el enemigo demostraba una vez más su
valor y su integridad. Había elegido cumplir con su deber y había puesto su
confianza y la vida de su hijo en manos de los designios divinos para defender
la fe cristiana. El sacrificio estaba hecho.
Lo que nadie sabía era que ese cuerpo mantenía en pie no
ya a un ser humano, sino a un padre ya sin vida, cuyo alma había sido
cruelmente arrebatada de su ser al mismo tiempo que la cabeza de su pequeño era
cercenada vilmente por los asesinos.
Aquel día había muerto un niño pero había nacido un héroe
y también una leyenda.
La Plaza de España de Madrid. Su historia y evolución
En estos días en que tanto se habla de la Plaza de España de Madrid, no está de más recordar sus orígenes, su historia, los hechos históricos que se produjeron en ella y que marcaron la historia de Madrid y de toda España.
A pesar de su corta historia son muchos los acontecimientos que debemos recordar cuando caminemos por ella.
sábado, 14 de mayo de 2016
El asesinato del último Conde de Castilla. 13 de mayo de 1029
El martes 13 de mayo de 1029 el último Conde de Castilla fue asesinado.
Sin embargo este asesinato no fue uno más. El magnicidio del infante García ha pasado a la historia por su crueldad y sobre todo por el lugar y el momento en el que se produjo.
El último Conde de Castilla fue degollado cuando salía de la iglesia en la que acababa de contraer matrimonio con Sancha de León, a las puertas de la actual Basílica de San Isidoro de León.
La imagen de la
novia-esposa-viuda sosteniendo el
cadáver ensangrentado de su marido pasaría al romancero como uno de los hechos
más luctuosos de la historia medieval española.
Los asesinos,
Rodrigo e Iñigo Vela habían jurado acabar con el conde de Castilla y así lo
hicieron, públicamente y ante centenares de leoneses que habían acudido a
vitorear a los novios aquel 13 de mayo.
El destino de
Castilla, de los reinos cristianos y de España entera cambió por completo.
Castilla quedó huérfana y el linaje de Fernán González se extinguió definitivamente
con la muerte del infante García.
Sancha ordenó instalar en el Panteón real de San Isidoro un cenotafio en recuerdo a su primer esposo. La serigrafía presenta a un joven lleno de vida portando una corona real. |
Aquel fatídico 13 de mayo pudo haber sido el último de Castilla. El siempre molesto y rebelde condado de
Castilla, podría haber desaparecido para siempre aquel día.
Sin embargo, el
destino quiso que Sancha, la esposa desconsolada, tomara el testigo de su marido
asesinado y pasara protagonizar no sólo el futuro de Castilla sino el de toda España.
Sancha hizo
realidad el espíritu independentista de
su marido asesinado y pasó de ser la viuda del último conde castellano a
convertirse en la primera reina de Castilla, contrayendo matrimonio con
Fernando I el Magno. Pero aún fue más allá y tras heredar por derecho propio el
trono de León, llegó a ser la primera
emperatriz de León y Castilla uniendo por primera vez en la historia, los reinos
de León y Castilla.
El día 13 de
mayo de 1029, hace ahora 987, unos asesinos intentaban acabar con Castilla,
asesinaron a su último conde, el malogrado infante García, pero lo que lograron
fue transformar un pequeño condado, en un reino fuerte y poderoso, en el germen
de un imperio del que todos nosotros somos herederos directos y de cuyos orígenes debemos estar
orgullosos.
Una vez más es indispensable
un merecido reconocimiento a los que forjaron nuestro pasado, nuestra identidad
y nuestra memoria, y como siempre, el primer paso debe ser recordar los momentos
cruciales de nuestra historia.
Hoy debemos recordar aquel martes 13 de mayo del año 1029 de la era cristiana, cuando, a las puertas de la Basílica de San Isidoro de León, contraían
matrimonio Sancha de León y García de Castilla y cambiaba para siempre el destino de España.
martes, 8 de marzo de 2016
La destrucción de Medina Azahara. 4 noviembre 1010
En estos días en los que se intenta conseguir que el yacimiento de Medina Azahara, a 8 km. de Córdoba, sea reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es importante recordar cómo se produjo la destrucción de la ciudad más hermosa de la historia de al Andalus.
El texto relata lo acaecido aquel aciago día.
El Salón Rico, parcialmente reconstruido |
4 de noviembre de 1010
Conforme iba caminando, notó que algo era diferente
aquella mañana. Se cruzaba con gente con rostros alterados, que entraban apresuradamente en las viviendas. Algunos carros ocupados por familias enteras se dirigían a toda prisa a las salidas de la ciudad.
En la plaza
del zoco de verduras, los pocos tenderetes que se habían instalado, estaban
siendo retirados rápidamente y se notaba a los comerciantes muy asustados. A lo lejos se
oían cascos de caballos galopando
sobre el empedrado de las calles.
De repente comprobó que el cielo se había oscurecido. Miró por encima de los tejados de las casas pensando que
se avecinaba una tormenta. No eran nubes lo que cubría el sol, sino un
humo denso y negro que se alzaba desde multitud de columnas que provenían de
los edificios administrativos de la ciudad ¡Un
incendio!
Llegó a la
mezquita y al pasar por el patio de
entrada junto a la fuente de las abluciones vio que la gente abandonaba la escuela corriendo en todas direcciones. Hasta ese momento no se había sentido preocupada,
pero empezó a embargarle una profunda sensación de angustia.
-¿Qué está
ocurriendo?- preguntó con ansiedad.
-¿Aún no te
has enterado? Los bereberes están incendiando la ciudad ¡Huye antes de que sea demasiado tarde!
¡No podía
ser! Tenía que tratarse de un mal sueño. Todo el mundo sabía que los bereberes buscaban hacerse con el
poder y derrocar a Hixem II. Pero el recientemente repuesto califa no estaba
allí, se encontraba a buen resguardo tras los muros del
alcázar de Córdoba, ¿qué sentido tenía esto? En Medina Azahara no había nada,
se suponía que aquí estaban a salvo ¡tenía que ser un
error! Miró a su alrededor para buscar ayuda, pero nadie le prestaba atención.
De nada les había servido haber conseguido huir de Córdoba y refugiarse en la ciudad palaciega. De repente Medina Azahara se había convertido en una trampa mortal.
El general Zawi, al mando del ejército bereber, había puesto sitio a Córdoba inmediatamente después de la marcha de los negociadores cristianos, pero ya estaban en noviembre y aún no habían conseguido romper sus defensas.
Impotentes tras un mes y medio de largo y penoso asedio a la capital del califato, aquel día, de un modo totalmente imprevisto, habían vuelto su mirada hacia Medina
Azahara con la furia de un depredador ansioso de acabar con su presa.
El ejército bereber necesitaba una conquista y si no podían conquistar Córdoba les bastaba la palaciega Azahara.
Los asaltantes sabían de
antemano que en su interior sólo había familias de pacíficos ciudadanos sin
apenas hombres armados que los defendieran. Nada les iba a detener. Buscaban un botín: saquearían los palacios y las magníficas residencias de la ciudad
creada por Abderramán III.
El Gran Pórtico de entrada a Medina Azahara es uno de los lados de una plaza por la que se accedía al núcleo del alcázar, donde se encontraban las estancias más nobles de uso político-ceremonial.
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La escasa guardia apostada en las murallas cerró de inmediato las puertas de la ciudad cuando fue avisada de la proximidad del ejército de Suleimán. Sin embargo poca fue
la resistencia que unos centenares de soldados pudieron ofrecer ante los miles de
mercenarios embravecidos que querían arrasar la ciudad a toda costa.
El general Zawi les dejó hacer. Al fin y al cabo hay
que dar rienda suelta a los hombres para que se desfoguen de vez en cuando. Bien se merecían una remuneración por sus servicios.
Las órdenes fueron sencillas. “Coged cuanto deseéis. En Medina Azahara encontraréis vuestra soldada”.
Las órdenes fueron sencillas. “Coged cuanto deseéis. En Medina Azahara encontraréis vuestra soldada”.
Las terribles escenas que se sucedieron ante sus ojos aquella terrible mañana en Medina Azahara, quedaron grabadas en su memoria para siempre. Miles de bereberes blandiendo sus alfanjes. Túnicas negras, turbantes negros. El oscuro rostro de los soldados confundiéndose con sus negros trajes, convirtiendo a los hombres en siniestros espectros a plena luz del día. Espectros de
muerte que sembraban dolor y destrucción por donde pasaban. La población huía
atropelladamente por las incendiadas puertas de la ciudad.
Los soldados africanos no encontraban resistencia, la pequeña guarnición encargada de la defensa de la ciudad se había replegado, refugiándose en el palacio. Poco después del inicio el ataque, ya no quedaba nadie que defendiera a los habitantes. La ciudad entera se encontraba a merced del ejército negro.
Los
bereberes se concentraron en la zona alta de la ciudad palaciega, algunos de sus moradores
tuvieron tiempo de escapar, pero otros muchos se vieron atrapados en sus
propias mansiones donde encontraron la muerte salvajemente asesinados.
La Casa de Yafar Se trata de la vivienda del primer ministro o hayib.
La fachada principal del palacio está comunicada con el exterior mediante tres grandes arcos de herradura rodeados por alfiz.
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Lo que estaba ocurriendo en Medina Azahara iba más allá de un cruel saqueo, se estaba produciendo la total destrucción de la ciudad.
En la calle principal, el fuego se había extendido con tal rapidez que todas las casas estaban ardiendo.
Las llamas se alzaban a decenas de metros de altura.
La virulencia del fuego era tal que a pesar del poco tiempo transcurrido desde el inicio del fuego, algunos edificios estaban ya derrumbándose sobre sus propios cimientos.
Creyó oír los gritos de gente atrapada dentro de una de las casas. Pero nada podía hacer para ayudarles.
La virulencia del fuego era tal que a pesar del poco tiempo transcurrido desde el inicio del fuego, algunos edificios estaban ya derrumbándose sobre sus propios cimientos.
Creyó oír los gritos de gente atrapada dentro de una de las casas. Pero nada podía hacer para ayudarles.
Oculta tras un muro oyó a un capitán del ejército asaltante preguntar qué era lo que quedaba aún en pie en la ciudad.
-Todo está
bajo control. El palacio del califa ha sido tomado y está consumiéndose,
¡lástima que no hubiera estado él dentro! Sólo queda la biblioteca de Alhakem
II, algunos soldados de la guardia real se han refugiado en ella y se está
librando una encarnizada lucha en su interior.
La ciudad había caído. Vio cómo soldados bereberes salían de la ciudad cargados con fardos repletos de todo tipo de objetos, algunos incluso trasladaban su botín en carros; se veían muebles, baúles, lámparas, ropas, todo lo imaginable. En sus rostros se apreciaba una expresión de auténtica satisfacción
Estaba a punto de anochecer cuando logró llegar al palacio
de Abderramán III. El magnífico edificio era ya un montón de ruinas,
sólo quedaban en pie los arcos de entrada rodeados por una
gigantesca montaña de escombros.
La misma suerte había corrido el pabellón dorado de Alhakem. Aún recordaba la impresión que le había causado la primera vez que lo vio, el brillo de sus tejas bañadas en oro cubriendo el espléndido estanque de mercurio, símbolo de la riqueza y el esplendor de la ciudad.
En aquel momento, soldados perturbados arrancaban aquellas tejas, ebrios de riqueza, empujándose unos a otros en su afán por obtener un mayor botín.
Las paredes y enjutas de los arcos se encuentran tallados con ataurique, simbolizando el Árbol de la Vida. |
Sentía un nudo en la garganta, incapaz de soportar por más tiempo tanta crueldad y tanto ensañamiento, se alejó impotente de aquel lugar que hasta esa misma mañana había sido el orgullo de al Andalus y el símbolo del esplendor del califato omeya.
En un solo día Medina Azahara había quedado arrasada por completo convirtiéndose en la gran víctima de la guerra civil que se había iniciado poco tiempo atrás.
La ciudad palaciega más rica jamás construida había desaparecido y era sólo un montón de ruinas.
El sueño de Abderramán III apenas había permanecido en pie 75 años.
El sueño de Abderramán III apenas había permanecido en pie 75 años.
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